domingo, 15 de enero de 2012

La Naranja más naranja

Hola, soy una Naranja. A mí me gusta mucho mi color naranja pero a casi nadie más le gusta. Dicen que soy diferente a las demás naranjas, también dicen que ellas son mejores que yo, no sé por qué, pues somos igual de naranjas y redondas.
Soy más grande que el resto, pensé que eso sería una cualidad que las otras naranjas envidiarían de mí, pero estaba equivocada. Mi amiga la Manzana dice que sí me envidiaban al principio, cuando todavía estábamos en el árbol, pues mi tamaño les intimidaba, claro, eso fue antes de que me cayera. Mi amiga la Ramita me soltó antes de tiempo, no la culpo, pues era muy pesada, entonces fue cuando en mi piel salió una mancha oscura, y nunca se quitó.
A mí me gusta mi manchita. Me distingue del resto, pero el señor frutero dice que ese es mi problema –ojalá fueras igual que las demás naranjas- entonces me pongo triste. Todos los días me levanto pensando en que ahora sí me comprarán y tendré un hogar, pero al final del día, me guardan otra vez.
-Mi jugo tiene vitamina C, soy muy dulce y mis semillitas podrás sacarlas con facilidad- Me paso el día diciendo eso pero nadie escucha. A veces me toman con una sonrisa, pero me tiran de vuelta al cesto cuando ven mi manchita, y al ver la bolsa que compraron de naranjas me doy cuenta que todas son iguales, a pesar de que soy la más grande, la más naranja y la más dulce de todas, soy yo la que siempre termina de vuelta al cesto.
-No se preocupe, amiga Naranja- dijo el cambur negrito- usted no necesita un hogar porque ya tiene uno, es aquí junto con todas las frutas que fuimos soltadas antes de tiempo o que crecimos cuando no debíamos o que no crecimos más o que simplemente ya estamos muy viejitos. Este es el hogar de las mejores frutas, las que siempre somos de vueltas al cesto. Lo que nadie sabe es que somos las más fuertes y por eso nuestro sabor también lo es.

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